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Cuando una familia recibe el diagnóstico de escoliosis en su hijo o hija, una de las primeras dudas que suele surgir es: ¿esto va a ir a más? Y la respuesta, como casi siempre en medicina, es: depende. Uno de los factores más importantes que nos ayuda a predecir si la escoliosis va a empeorar es saber en qué punto del crecimiento está el niño o la niña. Y para ello, hay dos señales clave que nos dan una pista muy valiosa:

  • En chicas: la primera menstruación.
  • En chicos: el cambio de tono de voz, típico de la adolescencia.

Estas señales nos indican que el cuerpo ha pasado, hace poco tiempo, por su fase de crecimiento más rápido, pero aún está creciendo rápido. Y eso tiene consecuencias directas sobre cómo puede evolucionar una escoliosis.


¿Por qué son tan importantes estos momentos?

Porque, aunque no lo parezca, el riesgo de que la escoliosis empeore está directamente relacionado con la velocidad de crecimiento.

Un reciente estudio publicado en 2024 en la Revista Europea de Medicina Física y Rehabilitación analizó a niñas con escoliosis leves (entre 15° y 25°) y se centró en observar cómo varía la progresión de la escoliosis antes y después de la primera menstruación.

Y los resultados fueron muy reveladores.


Los datos clave del estudio

🔹 Antes de la primera menstruación (cuando la niña está creciendo más deprisa):
La escoliosis puede empeorar a una velocidad media de 14 grados por año.

🔹 Después de la primera menstruación (cuando el crecimiento empieza a desacelerarse):
La progresión baja a unos 4 grados por año.

🔹 Dos años después del primer periodo:
En la mayoría de los casos, el crecimiento se estabiliza y la escoliosis tiende a dejar de progresar.

Esto nos da una idea muy clara de cómo debemos actuar:
👉 Antes de la menstruación o del cambio de voz, hay que ser más exigentes con el tratamiento.
👉 Después, podemos empezar a reducir progresivamente esa exigencia, sin dejar de vigilar.


¿Y qué pasa con las escoliosis moderadas o severas?

Este estudio se centró en escoliosis leves, pero cuando hablamos de curvas mayores de 30º, el riesgo de progresión puede seguir siendo importante, incluso durante el año posterior a la menstruación o al cambio de voz. Por eso, no podemos bajar la guardia tan pronto. En estos casos, seguimos vigilando y ajustamos el tratamiento con cuidado.


¿Qué significa esto para ti como madre o padre?

Aquí van las claves prácticas:

  1. Si tu hija aún no ha tenido la menstruación o tu hijo no ha cambiado la voz, estamos en una fase de crecimiento acelerado y, por tanto, de alto riesgo de progresión. ¡Mucho ojo con eso!
  2. Si la escoliosis es leve y ya ha tenido la menstruación o ha cambiado la voz, es probable que podamos reducir un poco la exigencia del tratamiento, siempre con revisiones periódicas.
  3. Si la escoliosis es moderada o severa, aunque ya haya pasado la primera menstruación, no debemos relajarnos demasiado hasta que pase al menos un año o año y medio. Y aún así, el seguimiento debe continuar.

En resumen: el momento lo es todo

La pubertad marca un antes y un después en la progresión de la escoliosis. Saber en qué fase del crecimiento está tu hijo o hija nos permite tomar decisiones más acertadas, evitar tratamientos innecesarios o, por el contrario, reforzar cuando hace falta.

Y recuerda: la escoliosis no se detiene mágicamente después de la primera menstruación. El riesgo disminuye, sí, pero no desaparece del todo. Por eso es tan importante contar con un seguimiento personalizado y bien ajustado hasta el final del crecimiento.


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La ciencia al servicio de las familias

Gracias a estudios como este, podemos actuar con más claridad y ayudar mejor a nuestros hijos. Porque con el tratamiento adecuado, cualquier niño con escoliosis puede llevar una vida activa y feliz.

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